Hola a todos, mi nombre es Marine Wallois, soy ceramista en Biarritz.
Desde hace 3 años, dedico gran parte de mi tiempo a imaginar y realizar objetos cotidianos útiles y duraderos: platos, jarrones, que imagino siendo manipulados, llenados, vaciados, decorados con flores con la mayor frecuencia posible. Trabajo con gres, una arcilla resistente y de fácil mantenimiento porque no quiero que mis cerámicas se queden en un armario por miedo a romperlas o que me dé pereza limpiarlas a mano.
Mi misión como artesana es promover un modo de consumo responsable: invertir en una taza hecha a mano implica que le damos valor a los objetos. Esto incita a prestar atención a los detalles, a lo que lo hace único, a la marca del artesano que lo creó. Es un proceso real y para mí puede cambiar completamente la experiencia de utilizar el objeto. Ahora cuando voy a un restaurante miro sistemáticamente debajo de los platos o tazas para ver si están hechos a mano y esto influye mucho en mi degustación.
Entonces es un círculo virtuoso, no me parece coherente comer comida industrial en un plato bastante casero.
En este sentido, actualmente estoy profundizando mi reflexión sobre la eco-responsabilidad de mi producción. Me capacito para conocer el origen de las materias primas que utilizo en mi taller. En efecto, aunque la atracción por trabajar la tierra es similar a la necesidad de conexión con un material natural, lo mismo ocurre con los polvos de rocas y metales cuya extracción, cocción y transformación no están exentas de impacto sobre el medio ambiente.
Quiero poder trabajar con los materiales más neutros y menos tóxicos posibles para que mi actividad, incluso a muy pequeña escala, esté lo más alineada posible con mis convicciones.
Mi compromiso eco-responsable se expresa hoy principalmente a través de mis opciones de consumo en la vida cotidiana: mi comida, mis viajes, mi ropa... Poco a poco voy avanzando hacia una mayor conciencia y sobriedad.
El detonante fue la llegada de mis dos hijos y el cuestionamiento (¡entre muchos otros!) del modelo de consumo y de los valores que queríamos transmitirles. Con ellos también pasamos más tiempo observando la naturaleza, me he vuelto más contemplativa y sensible a la belleza de mi entorno y es una gran motivación para dejar de quemarlo todo.
Y luego, por supuesto, la acumulación de escándalos relacionados con la moda rápida, el horror de la agricultura intensiva, la escasez de agua, el empobrecimiento del suelo, los microplásticos por todas partes, etc., se vuelve complicado permanecer en la negación, no sentirse un poco responsable y no cambiar. nada en tus hábitos.
Además, cambiar mi vida para trabajar en la artesanía significó, para mí, ganar menos y por tanto necesariamente tener un consumo más razonable... Sinceramente, también me ayudó bastante tener el detonante para dejar de comprar cualquier cosa ;-)
No es un camino lineal , todavía estoy muy lejos de un estilo de vida en decadencia y a menudo me siento asaltado por las tentaciones, lo que crea mucha disonancia cognitiva. Pero me estoy acostumbrando a ser menos compulsiva en mis compras y me da mucho gusto invertir de vez en cuando en cosas bonitas, sostenibles, artesanales y de marcas comprometidas, que me permiten sentirme más coherente.
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Instagram: marine_wallois