En el mundo del lujo, los rollos de tela sin usar se cuentan por miles. Estos residuos tienden a desaparecer gracias a las grandes casas que empiezan a circularlos. Y a las marcas jóvenes, para promocionarlas. Es el caso de Venitz y su creadora Morgane Catteau, exasistente de Chanel. Este proceso tiene un doble interés: económico y ecológico.
En el taller de Venitz se acumulan kilómetros de telas sin usar, retales y muestras. En su garaje es peor. Al menos veinte cajas esperan pacientemente pasar por los dedos mágicos de Morgane Catteau. Lino, terciopelo, algodón, encaje, raso, seda, organza, denim, lanas, lisos, estampados, su estilo es heterogéneo pero no su origen.
Un defecto, un estilo pasado de moda, menos pedidos...
Estos tejidos de calidad forman parte de 'stocks durmientes', es decir, productos que no rotan. ¿Sus dueños? Fabricantes de tejidos, marcas de prêt-à-porter o alta costura. Pero también fábricas y talleres de confección.
Las causas de esta latencia son múltiples. El número de pedidos es menor de lo esperado. El color ya no está de moda. O la tela está defectuosa: mancha, costura, peso. Este fue el caso de un histórico tejedor de los Vosgos que se encontró con casi dos kilómetros de tela vaquera de algodón orgánico en sus manos.
El medio de moda eco-responsable The Good Goods informa que la tela presentaba un defecto de tejido cada siete metros, casi imperceptible a simple vista. Pero lo que llevó a la marca, que originó el pedido, a renunciar a él. Ecclo , que recicla telas no utilizadas, descubrió el stock en 2020 y lo transformó en jeans.